sábado, 19 de junio de 2010

LA SUBASTA

Me encontraba en un pueblo, había una rifa de las hijas del pueblo. Normalmente, estas cosas me daban asco. Pero entre las chicas, había una que me dejó sin aliento. Tenía una cara preciosa, rubita, con un cuerpecito para morirse. En la cara se notaba que era inteligente, que no era una cualquiera. Perdí la cabeza, tenía que ser mía.

El precio de la subasta comenzó con 150$, sin pensarlo ofrecí mil, y ya soñando con las noches de placer que iba a disfrutar con ella, los desayunos, las comidas, las cenas, las copas...Detrás de mi sonó una voz: "Pues yo ofrezco dos mil".

No tenía más dinero, se acabó mi sueño.

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